Conferencia 6

                            Universidad de Zaragoza

La dificil relación entre Camilo Golgi y Santiago Ramón y Cajal. Dos hermanos siameses unidos por la espalda.

 

Prof. Dr. José Luis Nieto Amada.

Colaborador Extraordinario de la Universidad de Zaragoza (España)

Socio de Honor de la Sociedad Cubana de Ciencias Morfológicas.

 

¿Reticulismo o neuronismo? ¿Continuidad o solo contigüidad nerviosa? Dos modelos antagónicos de construcción nerviosa, que desde el comienzo distanciaron sin remedio a Camilo Golgi y a Santiago Ramón y Cajal. La discrepancia solo estaba en aceptar como acaban las terminaciones que nacen del cuerpo de las células nerviosas.

Cuando se establece la disputa era difícil conocer la morfología y las relaciones de las células nerviosas. Todo eran hipótesis. La idea reticulista o del retículo terminal parte del anatómico alemán Gerlach. Don Camilo solo la retoma y modifica once años después. Al principio, los histólogos apenas discuten la propuesta nerviosa de Gerlach, por la que las terminaciones nerviosas acaban fundiéndose unas con otras al alcanzar sus extremos, lo que supone formar una malla celular, en la que los puntos nodales serían los cuerpos celulares. La idea reticulista de Gerlach le apoyaron entre otros Theodor Maynert y Wilhein Waldeyer. También Golgi acepta en parte esta propuesta, pero introduce una importante modificación: las prolongaciones dendríticas nerviosas acabaran libremente sin formar la red descrita por Gerlach, pero manteniendo firme la idea que los axones y las ramas originadas en ellos, se acaban fusionando en una red con las otras células nerviosas. En otras palabras, para Camilo Golgi, la red nerviosa persistía, aunque estuviese solo compuesta por las prolongaciones axónicas. El error de don Camilo estuvo en no ver el final de estas terminaciones.

El modelo reticulista de Camilo Golgi, presentaba serias contradicciones, la principal que rompía la teoría de la independencia o unidad celular, que de esta manera se cumplía en todos los tejidos menos en el nervioso, rota por esa malla de prolongaciones y por la terca pretensión  de considerar como una unidad a esa maraña de terminaciones nerviosas. Además, para His y Forel, el impulso nervioso debía seguir rutas determinadas para explicar la regularidad de ciertos fenómenos fisiológicos, como el arco reflejo, lo que resultaba difícil de entender con una  estructura nerviosa reticular. Pero ninguno de estos dos últimos  investigadores poseía la base experimental para apoyar sus teorías. Es aquí, en este punto, donde aparece la hipótesis de Cajal, el modelo de neuronismo o de contigüidad celular, por el que las ramificaciones nerviosas lejos de acabar en una red difusa, lo hacen de manera individual mediante un contacto o articulación entre el soma receptor y las terminaciones axónicas.

Es de sobra conocido que en el Congreso  berlinés de la Sociedad Alemana de Anatomía, de 1889, los meticulosos resultados presentados por Cajal recibieron el apoyo entusiasta de Rudolf Albert von Kölliker, al que se sumaron de inmediato otros ilustres profesores como His, Waldeyer, Retzius, Schwalbe y Bardeleben. Ante esta inesperada acogida, Cajal se siente halagado pero también preocupado. Sabía que su teoría neuronal iba a arruinar el  prestigio de muchos sabios europeos. Por eso de vuelta a España y tras visitar a Krause en Gotinga, quizás como agradecimiento por haber publicado alguno de sus trabajos iniciales, don Santiago decide pasar también por Pavía, para convencer a Golgi y atraerlo hacia la teoría de contacto neuronal. Pero don Camilo, que ya estaba entonces más comprometido con la política que con la ciencia, se encuentra en Roma desempeñando otras funciones. Cajal deplora no encontrarlo y comprende que esa fallida entrevista no tardará en crearle graves complicaciones. Y pronto tendrá la confirmación de sus sospechas, en la hosca comunicación del italiano, reclamando su prioridad en la descripción de las colaterales de los axones neuronales.

El enfrentamiento entre Camilo Golgi y Santiago Ramón y Cajal, fue lógico e inevitable, porque supuso un cambio radical en la concepción estructural y fisiológica del tejido nervioso. El eslabón entre las viejas hipótesis fibrilares de la histología barroca y las modernas concepciones de los mediadores sinápticos.  Y junto al nuevo concepto de sistema nervioso, que anula la gloria de Camilo Golgi,  al sabio de Pavia también le quedaba la frustración de haber visto derribadas sus hipótesis con la reazione nera que el mismo había ideado. Una inesperada situación que el italiano nunca aceptó ni supo digerir. 

He conocido a personas que afirman  abiertamente que la gloria de don Santiago solo se debe a haberse aprovechado de la reazione nera de Golgi. Probablemente don Camilo tuviese ideas parecidas  Una pregunta inevitable surge siempre entre quienes se sorprenden que Cajal, con el método de la impregnación cromoargéntica de Golgi, acertase a ver en el tejido nervioso lo que no supo reconocer Golgi, el creador de la técnica. Una duda que, sin duda, ya debió rondar entonces en las cabezas de algunos sabios presentes en Berlín y que previno a muchos contra el descubrimiento de don Santiago. Cierto que la reazione nera de Golgi, que Cajal aprendió de Luis Simarro y acertó a modificar después, fue la llave que abrirá a Cajal las puertas del sistema del sistema nervioso, pero la fama y la inmortalidad llegarán solo por la intuición del sabio aragonés.  La respuesta nos la dio el mismo don Santiago en sus memorias.

Tras el Congreso de la Sociedad Anatómica Alemana, Cajal quedaba incluido, por méritos propios, en el grupo de histólogos más influyentes del continente. Su entrada efectiva, la propicio  Kölliker, cuando  en un arranque de sinceridad, proclamó su orgullo de haber descubierto a don Santiago y su expreso deseo de divulgar en Alemania este descubrimiento. Don Santiago ingresaba en tan selecto círculo, aportando a la neurohistología sus trabajos sobre los centros nerviosos de las aves, el cerebelo y la retina, consolidando y consiguiendo desde ese momento los galardones más codiciados de la Ciencia. Mientras tanto don Camilo, hacía varios años que había dejado de publicar cualquier trabajo o nota científica sobre la histología nerviosa.

Pero el Congreso de Anatomía de Berlín, no convirtió repentinamente a todos los presentes, al credo del neuronismo. Don Santiago tuvo que convencer uno a uno a muchos de ellos. El escepticismo estaba unas veces, como confiesa Mihály Lenhossék, en haber tardado en entender el significado de sus descubrimientos; otras, en la dificultad de reproducir los resultados cajalianos, como se lamentó Arthur van Gehuchten ante sus repetidos fracasos con la médula de animales recién nacidos. Además, conforme aparecían más datos en apoyo del neuronismo, no faltaba alguien que tratase de revitalizar algunos aspectos de la doctrina de Golgi.

En  1901, las instituciones suecas elegidas entregan los primeros Premios de la Fundación Alfred Nobel. El testamento de Nobel, firmado en París el año 1895, especificaba que serían otorgados a las personas que hubiesen hecho el descubrimiento o invención más importante en los campos de la Física, la Química, la Fisiología o Medicina, y que más se hubiesen destacado en el campo de la  Literatura o en el mantenimiento y promoción de la Paz.  En el caso del Nobel de Fisiología y Medicina, el Instituto Carolino de Estocolmo, encargado de otorgar el Premio, decida agrupar a los científicos propuestos en seis áreas de especialidades médicas. La primera de Anatomía e Histología, los restantes de Fisiología y Química fisiológica; Patología y Anatomía patológica; Medicina, Cirugía y Oftalmología; Higiene, Bacteriología y Etiología y finalmente la de Inmunología. Precisamente de este último grupo salió el primer galardonado, el alemán Emil von Behring, por su aplicación del suero contra la difteria.

Ya desde la primera edición de 1901, Santiago Ramón y Cajal y Camilo  Golgi aparecen como candidatos a tan importante Premio. En estos primeros años en estas listas de aspirantes también aparecen también aparecen otros morfólogos ilustres, como Gegenbaur, Haeckel, Retzius, Hertwig, Wolf, His y Apathy.  Mal definido en estos primeros años el ámbito de Fisiología y Medicina, el Instituto Carolino siempre fue proclive a otorgar, tan singular Premio de manera exclusiva, a bacteriólogos, inmunólogos, patólogos o farmacólogos. Solo en 1906, año en que Cajal y Golgi recibieron el galardón, el Instituto sueco no solo acabó con esta injusta exclusión de los morfólogos, sino que, por primera vez, el Nobel de Medicina era compartido por dos científicos. Una decisión que molestó a los dos premiados y que convirtió el larvado enfrentamiento entre Camilo Golgi y Santiago Ramón y Cajal, en una enemistad pública e inevitable.

En esta edición de 1906, el Comité Nobel del Instituto Carolino, recibió 80 propuestas para el Premio de Medicina, a favor de 42 candidatos de nueve países, de las que cinco fueron favorables a Santiago Ramón y Cajal. La primera, recibida a finales de octubre de 1905, fue la carta de Albert Kölliker, en la que también proponía a Golgi para el Premio. Las restantes propuestas, llegadas durante el mes de enero de 1906, iban avaladas por Theodor Zihen, profesor de Psiquiatria y Neurologia de Berlin;  Emil Holmgren, profesor de Histología en Estocolmo;  Carl Magnus Fürst, anatómico de la Universidad de Lund y Gustaf Retzius, antiguo profesor de Anatomía de Estocolmo, estas dos últimas incluyendo también a Golgi. Por su parte Camilo Golgi, además de los tres apoyos citados también recibió el de Oskar Hertwig, profesor de Anatomía Comparada de Berlín. Hoy, gracias a las actas de las deliberaciones y a los informes emitidos, sabemos que las discusiones que acompañaron a estas propuestas habrían abonado, aun más, la tensa relación entre Camilo Golgi y Santiago Ramón  Cajal.

El 26 de abril de 1906, el Comité Nobel para los Premios de Medicina hizo la primera selección a favor de los candidatos Golgi, Ramón y Cajal, Loebs, Overtons, Bier, Finlay, Carter, Laveran y Ehrlich. Desde el principio, se sabe que estuvo clara la decisión de conceder el Premio a los dos neurohistólogos propuestos, la única duda era si el galardón debía ser realmente compartido o debía recaer solo en Cajal, debate que se extendió incluso después de conocerse la concesión del Premio. La dificultad que conllevó tomar esta decisión dan idea los siete informes que se elaboraron al respecto, tres de ellos preparados por Emil Holmgren, otros tantos por Carl Sundberg, al que todavía se añadió uno último de Bros Gadelius.

Había sido precisamente Emil Holmgren, profesor de Histología del Instituto Carolino, la persona encargada de analizar los trabajos de Cajal y de Golgi, durante los cinco años anteriores a la obtención del Premio (1902-1906). Durante este tiempo la opinión de Holmgren, se había ido decantando a favor de don Santiago Ramón y Cajal. En sus tres primeros años, los informes del científico sueco concluían que la decisión más justa era que ambos investigadores compartiesen el galardón; sin embargo en los años posteriores recomendó que el premio solo se concediese a Cajal. En sus informes de 1906, elaborados entre el 3 de septiembre y el 11 de octubre, la conclusión de Holmgren era que “si tenemos en cuenta por una parte los logros alcanzados por Golgi y por otra los de Cajal, en la investigación del Sistema Nervioso, uno no puede en justicia eludir la conclusión final de que Cajal es notablemente superior a Golgi”.

Esta preferencia por Cajal, la justificaba Emil Holmgren, no solo en los descubrimientos fundamentales y en la correcta interpretación de su hipótesis neuronal, sino que incluía además las recientes aportaciones hechas por don Santiago con su método de impregnación neurofibrilar, que habían permitido una mejor descripción de las células nerviosas, así como los estudios sobre la regeneración de las fibras nerviosas periféricas y el crecimiento de los axones durante el desarrollo embrionario, consideraciones en las que apoyaba los mayores méritos del histólogo aragones. Por eso, en su informe Holmgren escribía:

“Cajal no ha llevado a cabo su ciencia mediante correcciones singulares de observaciones realizadas por otros, o añadiendo aquí y allí una observación importante para nuestro conocimiento, sino que ha sido el que ha construido casi todo el armazón de nuestra estructura del pensamiento.”

Respecto a Golgi, el informe de Holmgren ponía de manifiesto lo erróneo de algunos de sus descubrimientos, el principal su adhesión parcial al reticularismo de Gerlach, a los que añadía su concepción de las dendritas, a las que consideraba como elementos nutritivos de la neurona, excluyendo su participación en el impulso nerviosos, así como su particular visión de las células tipo II a las que implicaba en funciones sensoriales. Pero sus argumentos más duros los dedicaba Holmgren a destacar que mientras las investigaciones de Cajal, habían rendido fruto todos los años anteriores, Golgi hacia décadas que no participaba activamente en el trabajo de laboratorio. En sus conclusiones finales del informe de 1906, escribía:

“Todos los científicos a los que el Instituto Carolino ha honrado con el Premio Nobel en los últimos años han estado en la cima de sus actividades y si excluimos a Finsen, que dejo su cargo, todos han continuado su trabajo después de recibir el galardón. Si se otorga ahora este honor a Golgi, será la primera vez que el Premio de Medicina, se utiliza como una pensión”.

Muy duro debió parecer este informe al Comité Nobel del Instituto Carolino. Mucho más benévolo resultó el enviado a por el patólogo Carl Sundberg que por entonces era vicepresidente de la institución carolina. En esta evaluación  Sundberg,  trato de suavizar los juicios negativos que Holmgren había dedicado a Golgi y de resaltar las contribuciones positivas del histólogo italiano, como su método de la tinción cromo argéntica o su descubrimiento de las colaterales neuronales. Pero sobre todo recordó textualmente los apoyos que el italiano había recibido de Holmgren durante los años anteriores. La opinión de  Gadelius, profesor de psiquiatría del Instituto Carolino, recabada también por los miembros del Comité Nobel, coincidió en esencia con la expresada por Holmgren.

Al final, la decisión salomónica del Comité Nobel, tomada el 25 de octubre, valoró que los descubrimientos de Ramón y Cajal habían surgido, en parte, como consecuencia del método de impregnación argentina ideado por Golgi y la circunstancia de que tanto Cajal como Golgi, habían sido propuestos de manera continúa para el Premio desde 1901, por lo que había llegado el momento de concedérselo a ambos “en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso”. Junto a ellos, ese año obtendrían el galardón Nobel los científicos, Ferdinand H. Moissan (Química), Joseph J Thomson (Física) y el italiano Giosué Carducci, ganador del de literatura, aunque su delicada salud no le permitió acudir a recogerlo. El de la Paz seria para Teodoro Roosevelt.

Comunicado a Cajal la concesión del Premio, el profesor Mörner, Presidente del Instituto carolino, invitaba formalmente a don Santiago a asistir a la ceremonia de entrega y a pronunciar, como era costumbre una conferencia. Don Santiago confiesa en sus memorias, que esta concesión, tan codiciada por todos los científicos del mundo, le produjo un sentimiento de contrariedad y casi de pavor. Temía que junto a los homenajes y felicitaciones sinceras también iba exponerse a las envidias y a las críticas de sus contradictores, a los que había puesto en evidencia sus errores. Afortunadamente, bien aconsejado, como siempre, por quienes podían hacerlo, se desplazo a Estocolmo a donde llegó el día 6 de diciembre. Allí iba a encontrarse por primera vez, cara a cara, con Camilo Golgi.

Don Santiago, en sus memorias, pasa de puntillas sobre este primer encuentro con el sabio de Pavia. Lo cierto, según se ha comprobado, es que aunque Golgi había deseado llegar de incognito a la estación de Estocolmo, un encuentro casual durante el viaje con algunos científicos alemanes habían delatado sus planes. El hecho es que cuando Golgi llegó a la estación de Estocolmo, la tarde del 8 de diciembre, lo estaban esperando en el andén un nutrido grupo de profesores, entre ellos Mörner, Retzius e inesperadamente don Santiago Ramón y Cajal. El encuentro era propicio para un acercamiento entre los dos antagonistas, pero don Camilo, muy nervioso evitó cualquier gesto de amabilidad, algo que Cajal, con su presencia en la estación estaba invitando a hacer. El hielo no se rompió aquella tarde ni tampoco en los encuentros posteriores de la visita. Las discrepancias se mantenían y alcanzarían su culminación  en ceremonia de la entrega de los Premios. 

El día 10 de diciembre los premiados asistieron a la comida ofrecida por el Rey de Suecia. Horas después volvían a reunirse en el gran salón de la Real Academia de Música, dando comienzo a la ceremonia oficial. El rey Oskar II entregó personalmente los diplomas y medallas a cada uno de los premiados. Antes y en cada caso, el Presidente de la Academia que había juzgado cada Premio, manifestaban los méritos de los premiados. Ya a lo noche, la jornada iba a concluir  con un banquete oficial, a cuyos postres diversos brindis reconocieron los méritos de los galardonados.  En medio de este protocolo, las desavenencias entre Golgi y Cajal iban a mostrarse con toda su crudeza.

En honor de Cajal, el doctor Sundberg pronunció unas palabras que fueron contestadas en francés por don Santiago. En medio de su profunda emoción, tras mostrar su gratitud al Instituto Carolino por el extraordinario honor que le había dispensado, Cajal recordó que los descubrimientos científicos son el resultado del ambiente moral y colectivo de la época, por lo que a menudo resultaba difícil atribuir el mérito a un investigador determinado. Por eso, resaltó que el Instituto Carolino “inspirándose en un gran sentimiento de justicia y equidad, haya dispuesto sabiamente que uno de los coparticipes del Premio Nobel para la Fisiología y Medicina, sea el ilustre Golgi, el prestigioso maestro italiano que, por la invención de muy importantes métodos de investigación, y por el espíritu de observación escrupuloso y exacto, tanto ha contribuido al conocimiento de la fina estructura d los centros nerviosos”. Y tras insistir, una vez mas, en el gran honor y la fortuna de compartir este Premio con “el eximio maestro de Pavía”, don Santiago finalizó su alocución recordando a otros ilustres histólogos, entre los que no podía faltar V. Kölliker, que con sus métodos, sugerencias y observaciones habían ayudado a asentar los puntos fundamentales de su doctrina neuronal.

Desconozco si en este banquete también hubo alguna intervención de Golgi. No la he encontrado en ninguno de los varios trabajos que he leído. Sin embargo, el momento álgido del enfrentamiento entre estos dos grandes histólogos, llego al día siguiente, el martes 11 de diciembre, cuando don Camilo leyó su discurso protocolario que había titulado, ni más ni menos, “La doctrina de la neurona: teoría y hechos”, centrado en una crítica sistemática a la teoría nerviosa de Cajal.

Don Camilo estaba ese día muy nervioso, consciente  de sus carencias de la reciente bibliografía histología del sistema nervioso. Sabía que el tema elegido, una andanada en toda regla contra la teoría neuronal, iba a levantar grandes controversias y temía, incluso, un replica directa de Cajal, a su discurso. Algunos estudiosos piensan incluso que el histólogo italiano quiso adelantarse al golpe. Su estado de ánimo lo refleja una carta de su esposa Lina Golgi, dirigida a su madre, en la que reconoce abiertamente el nerviosismo que los acontecimientos de Estocolmo, están produciendo a su esposo, tanto dirá Lina  Aletti que si pudiera, “Camilo se volvería a casa corriendo como un caballo desbocado”.

La tensión estuvo desde el principio en la intervención de don Camilo. Ya al inicio del discurso, Golgi advierte que, aunque siempre se había declarado rotundamente  contrario a la teoría de la neurona, hubiese elegido para su conferencia este tema, precisamente en un momento en que esta doctrina ya no gozaba del favor de nadie. Y tras recordarnos, con cierta altivez y egolatría, que el punto de partida de la teoría neuronal, se encuentra en su propio trabajo, se lanza a un furibundo ataque al concepto de neurona, tratando de rebatir, desde sus convicciones reticulistas, las tres ideas fundamentales de la célula nerviosa: la unidad embriológica, la unidad anatómica y la unidad fisiológica. Su exposición, para los presentes, se había detenido en 1886.

Para don Camilo, la hipótesis de Cajal no podía ser cierta, simplemente porque era incompatible con su concepto de red difusa y la red, según insistía el histólogo italiano, era una entidad anatómica inequívoca y no una mera hipótesis, por lo que para don Camilo no tenía mucho sentido seguir discutiendo sobre este tema. Por ello, el anatómico de Pavía, se creyó dispensado de rectificar cualquiera de sus viejos errores. Era obvio que Golgi permanecía anclado en sus trabajos de 20 años atrás. Y en ese empecinamiento no solo ignoraba a Cajal, sino también a científicos como Kölliker, Retzius, y Waldeyer, que habían confirmado sus resultados. Y aunque Golgi trata de endulzar sus ataques a Cajal dedicándole algunas frases elogiosas, don Camilo acabó su discurso remachando que no tenía motivos para apartarse de la hipótesis de la red, que con tanta tozudez había defendido. “No me importa, -nos dirá al finalizar su conferencia-, que estas ideas se opongan a la actual tendencia popular por individualizar los elementos nerviosos. Yo no puedo, -concluirá don Camilo-, abandonar la idea de una acción unitaria del sistema nervioso, sin preocuparme si, con ello, acepto viejos conceptos”.

Don Santiago, según nos cuenta en sus Recuerdos, estaba encendido y consumido por el deseo de intervenir ante tan estrafalaria disertación. En los dibujos que acompañaron al discurso, don Camilo no hizo mención a ninguna de las disposiciones señalada por Cajal y cuando alguna parecía vislumbrarse era falseada por Golgi y adaptada a sus caprichosas concepciones. Años después, al escribir sus recuerdos sobre este acto, Cajal seguirá sin comprender estos extraños comportamientos mentales de algunos sabios, consagrados de por vida al culto del propio yo, herméticos e impermeables a los cambios sobrevenidos en el medio intelectual. Y también, sin concebir la utilidad de semejante egocentrismo.

No es de extrañar, por tanto, que al día siguiente, la conferencia de Cajal, titulada “Estructura y conexiones de las neuronas” estuviese dedicada a demostrar sus descubrimientos y los de aquellos científicos que habían contribuido a consolidarlos. Una estricta enumeración de hechos objetivos y deducciones lógicas de aquellos. En ningún momento don Santiago atacó a Golgi. Su discurso solo quiso resumir lo más destacado de sus trabajos, ayudándose de ocho grandes dibujos, ideados y realizados por el, que causaron la admiración de quienes asistían a su conferencia. Días más tarde, Ramón y Cajal, impartió en la Facultad de Medicina de Estocolmo una segunda conferencia, en este caso sobre los fenómenos de la regeneración nerviosa. Esta vez, su defensa la teoría neuronal, estuvo apoyada en preparaciones histológicas muy seleccionadas.  

La concesión conjunta a Cajal y Golgi del Premio Nobel, a uno por haber proporcionado la técnica de estudio más adecuada; al otro por su acierto en ver la realidad de la célula nerviosa, no zanjo la cuestión entre reticulistas y neuronistas. Solo un año después, en 1907, S. Apathy y H. Held, plantearon desde las páginas del Anatomischer Anzeiger, un duro ataque a la terminación libre de las prolongaciones dendríticas y axónicas de la neurona, al describir en la célula nerviosa, unas fibrillas celulares que parecían continuarse, de unas neuronas a otras, a través de las zonas de sinapsis. Continuidad fibrilar que, para Apathy, representaban el factor exclusivamente conductor del sistema nervioso. De demostrase su veracidad, la teoría de don Santiago iba a quedar carente de valor. Nunca sabremos si esta ataque al neuronismo fue por despecho o por afán de protagonismo. Lo cierto es que don Santiago somete a revisión los hechos aducidos y logra demostrar, con una serie de preparaciones irreprochables, la ausencia de este entrelazamiento neurofibrilar.  Una vez más, los resquemores entre Camilo Golgi y Ramón y Cajal volvían a reavivarse.

Ahora  le toca a don Santiago defender en solitario sus ideas. Sus mejores amigos y valedores, aquellos científicos que compartían sus ideas, han ido desapareciendo en este tiempo, unos a causa de la enfermedad y la vejez, como los entrañables Kölliker, His y Krause; otros, víctimas directas o indirectas de la guerra europea de 1914, como van Gehuchten. Don Santiago se siente cansado pero, pese a ello, sigue firme en sus trabajos histológicos, ahora dedicados a la estructura intima del protoplasma neuronal, los ganglios raquídeos y craneales y la histogénesis de los centros nerviosos. Y por fin la culminación de las hipótesis quimiotácticas sobre la degeneración y regeneración de los centros nerviosos. Y toda esta ingente obra científica, dedicada siempre a la defensa solitaria y machacona de la unidad de la neurona, atacada con renovada violencia por los paladines del nuevo reticulismo.

Golgi, entre tanto, parece despreocupado de esta controversia, tan convencido como está de su verdad reticulista  Tras el galardón del Premio Nobel, don Camilo Golgi seguirá más preocupado por sus actividades políticas que por las científicas. Abandonadas por completo sus investigaciones sobre el sistema nervioso, vuelve a decantarse por los temas de salud pública, entre otros por el paludismo. Fallece el 21 de enero de 1926, alentando hasta sus últimos instantes sus veleidades neuroanatómicas y sin reconocer los avances hechos por Ramón y Cajal, sobre todo su teoría neuronal.

A don Santiago, la muerte le llegará ocho años mas tarde, el 17 de octubre de 1934. A diferencia de Golgi, ha dedicado los últimos cuarenta y siete años de su vida a indagar, milímetro a milímetro, todo el sistema nervioso. Próximo a sus setenta años aun publica un sugestivo estudio acerca de la desorientación inicial de las células retinianas de axón corto. Don Santiago no quiere cejar en sus empeños para no caer, nos dirá, en la inercia de una muerte anticipada y ya, a las puertas de su su muerte, nos deja su testamento anatómico, un artículo para la segunda edición del Handbuch der Neurologie  de Lewandoswky sobre la neurona. Lo ha ampliado, incluso, para que aparezca en su revista de Histología. Como tantas veces ocurre, el tiempo correrá en su contra y la obra “Neuronismo o reticulismo” aparece  en 1934, unos meses después de su muerte. La obra que subtitula como “las pruebas objetivas de la unidad anatómica”, recoge por última vez sus contundentes afirmaciones de unidad anatómica, unidad genética, unidad funcional, unidad regenerativa, unidad patológica y la ley de polarización axípeta. Y también nos dejara algunas dudas abiertas al futuro del neuronismo. Una revisión de Bielschowsky, en el mismo Handbuch der Neurologie, son la última confirmación de la validez del neuronismo. Las discrepancias entre Cajal y Golgi habían terminado. Un enfrentamiento de dos titanes de la ciencia, “el de dos hermanos siameses - confirmará don Santiago- unidos desde siempre por la espalda”.